No
sabía cómo se llamaba, tampoco dónde vivía. Pero sí que tenía
que hacer algo si no quería que muriera desangrada. No tuvo más
remedio que subirla a su espalda y llevar a que la viera Ikin, un
viejo sabio al que a veces se le iba la pinza y ahora trabajaba para
curar las heridas de los Guardianes.
Tenía
que considerar la opción de que, una vez la llevase allí ya no
volvería a recuperar su vida. Le habían contando el caso de un
chico llamado Ain al que habían sacado de un circo de bichos raros;
donde, según Cole, les hacían cosas horribles para divertir al
gentío. Ahora, si no se equivocaba, ese chico vivía en Dignon,
trabajando como ayudante en algún Centro de Comandos. Para proteger
el secreto de la organización, durante los primeros meses le habían
prohibido salir, pero luego vieron que se trataba de una persona de
confianza. Pero no se le permitía contactar con su familia.
Se
dirigió, aún yendo de tejado en tejado (era su modo de transporte
favorito), al cuartel general de lo que ellos denominaban S.R.
─Secreta
Revolución─,
en Tierra Principal. Aunque en realidad sólo era el lugar donde
vivían cortos periodos de tiempo. Las operaciones se llevaban Estaban continuamente viajando de
un lugar a otro. Por un lado estaba seguro de que tenía que hacer algo con
Meia. Vacilante, por otro, ante la reacción que Nut, el jefe,
pudiera tener.
Había arrancado un trozo de tela de su camisa blanca para alentar la hemorragia y sentía que el frío de la noche se le echaba encima. Pero ahora no podía pararse. Una vida dependía de el, como muchas otras veces desde que se unió a la rebeldía.
Mientras saltaba de casa en casa, miró de reojo a la chica que ahora parecía dormir plácidamente. No pudo evitar sonreír; transmitía seguridad.
Nut lo entendería, el habría hecho lo mismo, por mucho que le gritara. Esperaba que le felicitara por haber actuado rápido y haber salvado una vida. Era un hombre corpulento y alto, de espalda ancha. Tenía los ojos y el pelo negro como el azabache. Algo agresivo a veces, pero muy pensativo y paciente. Era el modelo a seguir de Dake; un padre en pocas palabras.
Pasaron
unos interminables minutos hasta que consiguió salir de aquel
conjunto de casas. Ahora se encontraba en la zona comercial del
penúltimo sector. Pues, al encontrarse en la capital del reino, todo
era muy grande, así que se dividía en sectores. El primero era uno
reservado particularmente al castillo y los aposentos de Akar. Los
demás, iban condicionados a la cantidad de riquezas que tenían los
que vivían ahí. El segundo lo ocupaban los magnates amigos del rey.
Y sí sucesivamente.
Había
en total diez sectores, separados por un fina muralla que siempre
estaba protegida. En éstos había tres zonas fundamentalmente:
servicial, comercial y habitada. Había visto que en los lugares más
privilegiados había también zona de ocio, en los primeras tres.
Pero en el penúltimo no; era imposible.
Aún
por los tejados, cruzó la plaza. Bajó hasta un callejón, y, desde
él, accedió una parte de la muralla totalmente abandonada. Abrió
una trampilla escondida, que si se buscaba a conciencia pasaba
totalmente desapercibida. De ahí bajó a un túnel subterráneo que
le daba varias direcciones.
Recordó
que la primera vez que entro en aquellos túneles oscuros había
llorado. Hacía frío y oía ruidos tenebrosos en todas partes. Colmó
el vaso a rata que, aullando, se cruzó entre sus piernas. Él gritó
y salió corriendo hasta perderse en aquel laberinto; y, al darse
cuenta de lo desorientado que estaba se sentó y empezó gemir. Poco
después apareció Nut, y, en vez de reprocharle ─como
estaba acostumbrado a hacerlo─, se sentó y le calmó, alegando que
ya había aplastado esa miserable rata. Pocas veces había vuelto a
verle así.
Optó
por ir recto y luego cruzar a la izquierda; ahora se sabía el camino
como lo hacía con su nombre. Cruzó dos sectores, hasta llegar a
séptimo. Ahí estaba su hogar.
Todo
ello lo hizo muy rápido, pues el poseía una agilidad increíble.
Estaba agotado, sí, pero por fin había llegado. El túnel le
llevaba directamente al almacén, donde raramente se
encontraba a alguien.
El edificio principal parecía una posada gigante. Era una gran construcción de cinco
pisos a lo victoriano. Sus ventanas, grandes y la mayoría con valcónes, estaban decoradas con algunas
flores vulgares, (pues en el séptimo sector se permitían). Las hiedras rodeaban los muros, que tenían un color rojo ladrillo. Había
una gran puerta dividida en dos que tenía los pomos
en forma de dragón. Ikin, con su magia, había ideado un método
por el cual identificaban si eras o no parte de la organización. Alrededor
del edificio había un gran jardín delimitado por una valla. Estaba un poco deteriorado, pero que conservaba su aspecto elegante.
Era
mucho más grande por dentro que por fuera, ya que también habían
construido bajo tierra. La tapadera perfecta. Hacían creer a
todo el mundo que era el lugar de residencia para los viajeros,
mientras que éstos eran miembros de la S.R.
Parecía una locura, pero el método utilizado desde hacía poco, estaba teniendo un alarmante éxito.
Parecía una locura, pero el método utilizado desde hacía poco, estaba teniendo un alarmante éxito.
***
Los gritos se oyeron hasta en la cocina, donde Yulla trabajaba limpiando trastos. Todo el castillo se hallaba sumido en un silencio un tanto incómodo.
Eran gritos de placer, por supuesto. Donia; reconoció, sólo ella gritaba de manera tan exagerada. Bueno, Liria también aunque sólo a veces. De todos modos, ¿cuál era en número de hoy? Calculaba que siete. Sí, siete veces durante el día de hoy se habrían oído esos gritos. A Yulla le repugnaba todo aquello, pero no podía hacer nada por evitarlo.
Y luego decían que la lujuria estaba prohibida... entonces Akar debía ser la persona más pecaminosa de éste mundo...
Donia representaba su estado más jubiloso y ardiente; por algo era la soberana de las Ninfas. Deducía que estaba de buen humor, por lo que no iba a dejarles sin comida durante la próxima semana. Porque así funcionaba su rey, Yulla, aunque nunca había cruzado palabra con él ─faltaría más, pues sólo era una esclava del montón─ pero lo conocía. Sabía que cuando se le antojaba hacía esto y cuando quería lo otro, pese a las insistencias por parte de los guardias de que ellos se lo buscaban. Y también conocía a todo su harem lleno de jóvenes exóticas dispuestas a darlo todo en la cama. Aunque lo hicieran por miedo.
Donia representaba su estado más jubiloso y ardiente; por algo era la soberana de las Ninfas. Deducía que estaba de buen humor, por lo que no iba a dejarles sin comida durante la próxima semana. Porque así funcionaba su rey, Yulla, aunque nunca había cruzado palabra con él ─faltaría más, pues sólo era una esclava del montón─ pero lo conocía. Sabía que cuando se le antojaba hacía esto y cuando quería lo otro, pese a las insistencias por parte de los guardias de que ellos se lo buscaban. Y también conocía a todo su harem lleno de jóvenes exóticas dispuestas a darlo todo en la cama. Aunque lo hicieran por miedo.
***
<<Esta misma noche la mandaré matar>>, pensó Akar mientras se vestía.
No, no era suficiente. Durante este mes se había relajado un poco. Y eso no lo podía permitir. De todos modos, no habría durado mucho más. Nunca nadie había estado más de tres meses con él. Se aburría fácilmente. Bueno, nadie no. Había una criatura que le había fascinado, hasta tal punto de tenerla entre sus aposentos durante poco menos de un año. Pero ella era otra historia, era única.
No, no era suficiente. Durante este mes se había relajado un poco. Y eso no lo podía permitir. De todos modos, no habría durado mucho más. Nunca nadie había estado más de tres meses con él. Se aburría fácilmente. Bueno, nadie no. Había una criatura que le había fascinado, hasta tal punto de tenerla entre sus aposentos durante poco menos de un año. Pero ella era otra historia, era única.
Ahora tenía que resolver asuntos más importantes. Debía partir hacia Fire inmediatamente, si no, algo de magnitudes catastróficas ocurriría. Tenía años de experiencia, y tampoco había que ser muy listo, para saber que debía reaccionar rápido.
Iría esa misma noche.
¡Por fin he podido subir algo! Lo siento, pero es que soy una vaga. Qué, ¿lo disfrutasteis? Un beso y grasias. ¡Feliz navidad!
¡Por fin he podido subir algo! Lo siento, pero es que soy una vaga. Qué, ¿lo disfrutasteis? Un beso y grasias. ¡Feliz navidad!
Oh es increible, cielo, me encanta, que más puedo decir. Esa segunda parte se echa en falta.
ResponderEliminarhttp://macherieladyartiste.blogspot.com.es/
Me ha encantado ^^ Dake me tiene enamorada *-* jeje Me pregunto quién es la mujer de que había fascinado a Akar... ese malvado cada vez me cae peor -_-
ResponderEliminarWoooow, qué pasada de historia. Me encanta.
ResponderEliminarEspero con ganas la segunda parte, es que a mí este tipo de historias... Me matan *_*
Oye, si no te importaría, yo también escribo una historia, quizás no sea tan buena, pero me gustaría si te pasaras y me dieras tu opinión. Un beso guapa.
sonsofwaterandfire.blogspot.com.es